escúchalo a uno punto cinco (1,5) acelerado
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Hace tres años y medio que un Volvo se convirtió en parte de nuestra familia.
Desde entonces, hemos vivido momentos extraordinarios, aprovechando especialmente su capacidad para siete plazas, que nos ha brindado versatilidad en viajes y trayectos cortos.
El coche es híbrido y estamos disfrutando de un notable ahorro en oro liquido, aunque su autonomía de 40 kilómetros siempre se nos queda algo justa.
Recuerdo con especial cariño cuando lo estrenamos justo antes de Filomena en Madrid.
Guau, a pesar de la nieve, el coche se comportó a la altura de las circunstancias, demostrando ser un todoterreno sólido en condiciones adversas.
En términos generales, le daría una calificación aceptable, pero no sobresaliente. Existen aspectos que han inclinado la balanza hacia el descontento.

Volvo ha sido siempre sinónimo de seguridad, un factor que, afortunadamente, no hemos tenido que poner a prueba en situaciones extremas.
Los materiales empleados, a excepción de la madera de las puertas, el cuero de los asientos y el pomo de cristal de la palanca de cambios, me han parecido de calidad muy inferior a lo esperado.
El diseño del coche es bonito pero sólo he visto dos modelos en toda la historia del coche y no se esfuerzan en actualizarlo.
El coche tiene un autopilot que hace que el coche vaya de manera autónoma y está muy bien pero la tecnología deja mucho que desear.
La pantalla central es diminuta y las funciones tecnológicas bastante limitadas, algo decepcionante para una marca que se precia de innovadora.
Más allá de los detalles técnicos, pienso que no ha sido bueno el cambio de propiedad de la marca, que pasó de ser un emblema sueco a estar bajo el control de un gigante asiático. Este detalle, aunque pudiera parecer menor, cambia la percepción del legado de la marca.
Un incidente con alguien que conozco reafirmó mis dudas sobre la seguridad. El sistema anticolisiones, que debería ser un plus de seguridad, resultó ser un problema cuando un Volvo frenó bruscamente en la autopista delante suyo, activando el sistema y causando que mi amigo colisionara con él por no poder maniobrar a tiempo.
Estas experiencias me han llevado a la decisión de no volver a un Volvo.
Estoy deseando regresar a una de mis marcas tradicionales. El otro día comí con un amigo del colegio que tiene concesionarios de al menos 5 marcas en Castilla La Mancha y Extremadura y que casi siempre le he comprado los coches.
Espero con ilusión el momento adecuado para abrir un nuevo capítulo, y dado que aún me gusta conducir, estoy con ganas de explorar nuevas experiencias en la carretera.
MGC
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