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aprendiendo a bucear en Tailandia

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[2,5 minutos de lectura]

En el año 2001 organizamos un viaje a Tailandia con un par de buenos amigos que estaban dando la vuelta al mundo. 

Ellos viajaban sin móvil así que quedamos por mail semanas antes en un hotel al norte del país en Chiang Mai para vernos a las 11:00 PM, pero al llegar allí, no había rastro de ellos. 

Después de un viaje extenuante y una espera incierta, decidí cenar en un restaurante cercano, recomendado por la recepción del hotel.

Solo en mi mesa, observé a un grupo animado al lado mío. Compartí mi postre con ellos, lo que abrió la puerta a una charla amistosa. Les conté sobre mi incertidumbre con respecto a la llegada de mis amigos, y generosamente me ofrecieron su contacto por si necesitaba algo o si mis amigos no aparecían. 

Sin embargo, justo cuando la noche se alargaba, alrededor de la 1:00 AM, mis amigos finalmente aparecieron, despejando mi preocupación y dándonos la oportunidad de planificar lo que sería una memorable aventura.

Visitamos la ciudad en unos días y partimos de Chiang Mai y cruzamos Tailandia en tren hacia el sur, con destino al golfo de Tailandia y de allí a la isla de Koh Tao. 

El objetivo principal era disfrutar de la isla: yo aprendería a bucear y mis amigos, ya experimentados, aprovecharían para explorar más profundamente.

Koh Tao se reveló como un paraíso para los buceadores. Contraté un curso de buceo que sorprendentemente incluía alojamiento, comidas y hasta las fiestas. 

Formamos un grupo cosmopolita con gente de diversos países y continentes. Estábamos en temporada de tiburones ballena pero eludieron nuestra visita aunque la rica vida marina nos compensó con creces.

Los días en la isla giraban en torno al buceo y la diversión nocturna. Este viaje no solo marcó mi primera inmersión en el buceo sino que también selló recuerdos con personas que empezaron siendo desconocidos y terminaron siendo parte de una experiencia inolvidable.

Después de intensos días de exploración submarina y socialización, continuamos nuestro viaje de regreso al golfo y finalmente a Bangkok, donde pasamos unos días descubriendo la vibrante capital tailandesa.

Estos diez días en Tailandia fueron una pausa tras un duro golpe de salud que había sufrido ese año, y también la antesala de una profunda reflexión posterior sobre mi futuro profesional. 

Para mis amigos, fue una mera escala en su épica vuelta al mundo. Pero para mí, fue una revelación y una confirmación de que las mejores experiencias surgen a menudo de lo inesperado, enseñándonos a apreciar cada momento y cada nueva amistad y relación creadas por el camino.

MGC

En las comidas mensuales contaremos con invitados como un empresario e inversor en serie muy querido y admirado que ha montado 4 empresas y vendido 3 de ellas, y ha invertido en casi un centenar de startups. En el enlace puedes ver más detalle y apuntarte.

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