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cuida todos tus recuerdos, no puedes revivirlos

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Hoy es un día especial y me preparo para un día repleto de recuerdos familiares de cuando era niño.

Por eso comparto esta frase y este título de Bob Dylan que dice: “cuida todos tus recuerdos, no puedes revivirlos” 

Hoy es uno de esos días especiales que promete ser un depósito de memorias felices, una reconexión con mi infancia en la urbanización donde crecí, a solo cinco casas de unos amigos con los que vamos a pasar el día.

Estoy tan emocionado como un niño pequeño en vísperas de una nueva aventura que va a vivir por primera vez. 

Hemos organizado un plan familiar con amigos que actualmente viven donde disfruté de mis 3 a mis 12 años. 

Volver a la piscina será como activar una máquina del tiempo que me llevará directamente a aquellos días dorados.

Mi hermano mayor y yo éramos parte de una pandilla inseparable, un grupo de niños y niñas que compartíamos risas, juegos y sueños. 

Recuerdo las tardes jugando con las piezas y maquetas de Star Wars cuando lanzaron la primera película de la saga en el año 77, nuestro equipo de fútbol sala “los diablos rojos” y los interminables campeonatos de scalextric en la casa de unos gemelos amigos nuestros. 

Eran días de pura alegría, sin preocupaciones más allá de disfrutar y hacer travesuras.

Nuestros vecinos, amigos entrañables de mis padres, también formaban parte de esta gran familia extendida. 

Experimentamos la evolución de la tecnología, desde un ZX Spectrum de 16 kb, que conseguimos actualizar a 64 kb, hasta la fascinación por los juegos de ordenador que nos mantenían despiertos hasta altas horas de la noche.

Aquellas largas sesiones jugando a las Olimpiadas en el ordenador, o las noches en que los amigos venían a dormir a casa, son imborrables en mi memoria. 

Los capítulos de Mazinger Z, los monopatines y las bicis, y nuestras primeras motos con las que íbamos en grupo por la Moraleja cuando poca gente la conocía y había mucho campo.

Muchos incidentes y accidentes en mi recuerdo y particularmente uno es cuando Vivi, corriendo como si no hubiera un mañana, atravesó el cristal de la terraza de casa en uno de mis cumpleaños. 

Un susto tremendo, pero también una anécdota más que se suma a la rica cinta de casete de recuerdos que me acompaña.

Marian Rojas Estapé, en uno de sus libros menciona que recordar escenas placenteras activa en el cerebro las mismas zonas y produce las mismas sustancias que cuando vivimos esos momentos. 

Es fascinante pensar que simplemente rememorando, podemos revivir la felicidad.

Un estudio del Instituto de Investigación de la Felicidad indica que cerca del 23% de nuestros recuerdos más vívidos provienen de experiencias nuevas o extraordinarias. 

Hoy, mientras me preparo para añadir otra capa de recuerdos a mi colección personal, reflexiono sobre la importancia de hacer de cada día algo memorable. 

Soy algo repetitivo pero la clave es simple: transformar lo ordinario en extraordinario, encontrar la magia en los momentos más simples y, sobre todo, guardar cada recuerdo como el tesoro que es. 

Porque, como bien dijo Dylan, una vez que un momento se va, nunca podemos revivirlo.

MGC

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