escúchalo a uno punto cinco (1,5) acelerado
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La teoría del cambio climático se encuentra en un momento de inflexión, en el cual la ciencia, la tecnología y la percepción pública se entrelazan de maneras sin precedentes.
La narrativa dominante nos insta a minimizar la huella de carbono y a abandonar las energías fósiles, en un esfuerzo por mitigar los efectos devastadores de fenómenos meteorológicos extremos, que, aunque no nuevos, hoy resuenan más fuerte en el eco de la prensa global.
Sin embargo, ¿hay un actor en este drama climático que podría estar desempeñando un papel más significativo de lo que se le ha atribuido hasta ahora?
¿Podrían los bailes milenarios del planeta estar influyendo en el cambio climático de formas que apenas comenzamos a comprender?
Mientras nos desabrigábamos en febrero como si marzo hubiera llegado, con los almendros en flor, cabe preguntarse si no estamos, de alguna manera, pasando por alto las señales que nuestro planeta nos envía.
Mientras naciones gigantes como China continúan su marcha industrial sin pausa, generando emisiones de CO2 a un ritmo alarmante, la comunidad internacional se esfuerza por encontrar soluciones sostenibles.
Pero, ¿es posible que estuviéramos ignorando una pieza crucial del puzle climático? ¿Podría ser que los giros y órbitas de nuestro hogar terrestre tuvieran algo que ver con los cambios aparentemente abruptos y desorientadores en el clima?
Este escenario nos podría llevar a reflexionar sobre la necesidad de un cambio de enfoque en el estudio del cambio climático, uno que no sólo contemple las acciones humanas y sus repercusiones sino que también considere las influencias astronómicas inherentes a la tierra.
La dinámica terrestre, nos invita a preguntar: ¿hasta qué punto los ciclos naturales de nuestro planeta están modelando el clima que experimentamos hoy?
La pregunta que emerge, resonante y pertinente, es si, en nuestra búsqueda de respuestas y soluciones al cambio climático, hay otras cuestiones a considerar.
Quizás, en esta intersección de geología, astronomía y climatología, encontremos pistas vitales para entender y, eventualmente, para mitigar el descambio climático en nuestra era.
MGC
A partir de septiembre organizaremos unas comidas de impacto. En el enlace puedes ver más detalle y apuntarte.

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