[2,5 minutos de lectura]
Ayer me desperté con una noticia que ha golpeado fuerte el alma de millones de personas en todo el mundo: ha fallecido el Papa Francisco.
Justo después de celebrar la Pascua, la fiesta más importante de la Iglesia, la Resurrección de Jesús, el sucesor de Pedro ha partido.
Qué simbólico y poderoso es que lo haya hecho justo un día después de la Pascua, cuando los cristianos celebramos que la muerte no tiene la última palabra.
Francisco fue, para mí, un Papa distinto. Cercano. Humano. Real.

El primero que eligió un nombre inspirado en San Francisco de Asís, el santo de la pobreza, de la humildad, del amor por la creación.
Su papado no ha sido uno más. Ha removido conciencias. Ha traído aire fresco —a veces incómodo— a una Iglesia que muchos consideraban anclada en el pasado.
Y aunque no todos sus pasos fueron comprendidos, nadie puede negar que su voluntad era construir puentes, no muros.
Durante doce años, Francisco ha sido el Papa de todos. De los creyentes, de los alejados, de los que dudan, de los que sufren.
Recuerdo con emoción aquel gesto en la plaza de San Pedro, completamente vacía por la pandemia, mientras bajo la lluvia rezaba solo ante el Santísimo Sacramento por un mundo paralizado por el miedo.
Fue una de las imágenes más potentes de este siglo: un pastor que no abandonó a su rebaño, ni siquiera en el silencio y la oscuridad.
A sus 88 años, deja un legado de reformas valientes, de palabras sencillas y profundas, de acciones que han incomodado a quienes preferían la comodidad de lo conocido.
Habló de misericordia, de los pobres, de la ecología, de la necesidad de una Iglesia que salga al encuentro.
Se atrevió a poner sobre la mesa temas que durante décadas parecían intocables. Y por eso, muchos lo amaron, y otros tantos lo resistieron.
Hoy, mientras el mundo lo despide, comienza también un tiempo especial: los cincuenta días de celebración de la Resurrección, y el Año Jubilar.
Qué mejor manera de honrar su memoria que seguir el camino que él intentó enseñarnos: caminar juntos, tender la mano, mirar al otro con compasión.
Francisco no fue perfecto. Ningún ser humano lo es. Pero fue valiente, coherente y profundamente humano.
Para mí, hoy se va un referente. Un hombre que no quiso ser más que eso: un servidor. El Papa de todos.
Descanse en paz.
MGC
Únete aquí al email diario. Te puedes dar de baja cuando quieras. SI no funciona recarga la página (Mac – Comando (⌘) + R o PC – Ctrl + F5):
Para el cumplimiento del RGPD (Reglamento General de Protección de Datos) y comprender que tus datos están seguros, debes leer y aceptar la política de privacidad. Tus datos se van a guardar en ActiveTrail, empresa de email marketing. ActiveTrail cumple con el RGPD y todos los requisitos que la ley establece.