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Fa un estar d’àngels – hace un estado de ángeles

[2,5 minutos de lectura]

Dicen que el mejor viaje es siempre el próximo, porque en él se concentran la ilusión, la emoción y la anticipación. 

En estos días estoy inmerso en la organización de nuestro próximo destino: Menorca

Es un lugar que siempre ha ocupado un espacio muy especial en mi vida, y la idea de volver en Semana Santa con mi familia me llena de alegría.

Menorca no es solo una isla para mí, es casi como un segundo hogar. 

Durante muchos años, los veranos significaban reunirnos todos en la casa familiar, disfrutando de largos días de sol, conversaciones en la terraza y baños interminables en calas que parecen sacadas de una postal. 

Cada rincón tiene un recuerdo, cada brisa lleva el aroma del mar y de la tranquilidad única que solo esta isla puede ofrecer.

Recuerdo también una etapa en la que la isla no solo fue un refugio, sino también un desafío. 

Junto con otro socio, promovimos un proyecto de viviendas en segunda línea en Binibeca Vell. 

Eran casas espectaculares, diseñadas con cariño y dedicación, pero nos golpeó la crisis del 2008. 

Fueron años difíciles, donde aprendí mucho sobre perseverancia y paciencia. 

Finalmente, logramos salir adelante en 2013. Aunque fue un reto, también fue una prueba de cuánto amo esta isla y lo que representa para mí.

Menorca es una joya que nunca deja de sorprender. 

Su gastronomía es un placer que merece ser explorado con calma. En cada restaurante, si sabes elegir, encuentras platos que te transportan. 

Están las calas, cada una más espectacular que la anterior. Cala Pitufo, en Binisafua, tiene un lugar especial en mi corazón al lado de casa. 

Y no puedo olvidar el Camí de Cavalls, un sendero que rodea la isla y que es perfecto para recorrerlo a caballo o a pie, disfrutando de paisajes que parecen tocados por la mano de ángeles.

Esta vez, el viaje será en Semana Santa, un momento perfecto para disfrutar de la calma y la belleza de Menorca. 

No puedo esperar para sentir de nuevo esa sensación que los menorquines describen tan bien: “Fa un estar d’àngels – hace un estado de ángeles”

Porque sí, Menorca es eso, un estado de paz, de conexión y de felicidad que no se puede explicar, solo sentir.

Cada vez que regreso, siento que la isla me abraza, como si el tiempo no hubiese pasado. Y estoy seguro de que, esta vez, volverá a ser un viaje inolvidable. 

Mi isla favorita, siempre.

MGC

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