escúchalo a uno punto cinco (1,5) acelerado
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Durante el complejo periodo de la pandemia en 2020 y 2021, estaba al timón de mi empresa, navegando por aguas tempestuosas e inciertas como nunca antes.
La importancia del flujo de caja, o ‘cash flow’, se convirtió en mi mantra, el pulso vital que determinaría si mi empresa sobreviviría a la crisis sin precedentes que se cernía sobre el mundo entero.
La pandemia trajo consigo no solo el miedo a lo desconocido, sino una parálisis económica que afectó a casi todos los sectores. De la noche a la mañana, la previsibilidad del negocio se evaporó, dejándonos en un estado de vigilancia constante.
La importancia de mantener un flujo de caja positivo se transformó en una cuestión de supervivencia empresarial, no simplemente una buena práctica de gestión.
Frente a este escenario, tomé la decisión de implementar un control semanal riguroso del flujo de caja. Cada lunes, con el corazón en un puño, revisábamos los números, anticipando los pagos, gestionando cobros con una diligencia feroz y tomando decisiones críticas sobre dónde recortar gastos sin sacrificar la calidad o el futuro potencial de la empresa.
Fue un periodo de infarto, lleno de noches sin dormir, preocupaciones constantes sobre el pago de nóminas, las obligaciones con proveedores y la capacidad para seguir operando sin interrupciones.
Hubo momentos en los que la situación parecía desesperada, donde la línea entre la liquidez y el colapso se volvía peligrosamente delgada. Recuerdo con claridad la tensión de aquellos días, el peso de la responsabilidad sobre mis espaldas, sabiendo que las decisiones que tomara no solo afectarían a mi vida, sino a la de todos los que formaban parte de la empresa.
La pandemia nos obligó a ser más eficientes, a replantear nuestras estrategias y, lo más importante, a no dar nunca por sentada la salud financiera de la empresa. Nos enseñó la importancia de tener un colchón financiero, de diversificar nuestras fuentes de ingresos y de mantener siempre una comunicación abierta y honesta con nuestro equipo.
Mirando hacia atrás, puedo decir que logramos sobrepasar esos momentos complicados, no sin cicatrices, pero más fuertes y preparados para el futuro.
La pandemia me volvió a hacer ver que el flujo de caja es el oxígeno que permite a la empresa respirar, crecer y enfrentar los desafíos que se presenten.
La gestión del flujo de caja durante la pandemia fue una prueba de fuego que nos preparó para afrontar cualquier adversidad con fortaleza y determinación.
Es una lección que llevaré siempre conmigo, recordándome la importancia de estar siempre preparados, y nunca subestimar el valor de una buena gestión financiera.
MGC
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