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nada es suficiente para quien lo suficiente es poco

escúchalo a uno punto cinco (1,5) acelerado

[2,5 minutos de lectura]

En nuestro mundo de constante búsqueda de más, la idea del “suficiente” puede ser tanto revolucionaria como profundamente tranquilizadora.

Esta palabra, a menudo olvidada, encierra la clave para una satisfacción genuina y sostenible.

La cultura de la abundancia en la que vivimos nos impulsa siempre a alcanzar lo siguiente, lo nuevo, lo mejor. Sin embargo, este deseo insaciable puede ser la fuente de un descontento perpetuo. 

Nos empuja a correr en una rueda de hámster, buscando algo que siempre está justo más allá de nuestro alcance.

Consideremos la sencillez de estar sentados tranquilamente, de contemplar sin necesidad de consumir, de hacer, o de lograr algo más. 

¿Cuántas veces nos detenemos realmente a apreciar lo que ya tenemos, en lugar de lamentarnos por lo que nos falta? Este momento de quietud rara vez se valora en su justa medida en una sociedad que premia el constante hacer sobre el ser.

En nuestra vorágine por experimentar todo, leer cada libro, escuchar todos los podcasts al doble de velocidad, y conectar con más y más personas, perdemos el valor de la experiencia profunda. 

Viajar se convierte en una carrera, la lectura en una tarea, y las relaciones en una red de contactos superficial.

Hay una historia sobre cien monedas que nos enseña una lección vital sobre la percepción de la abundancia y la carencia. El hombre del cuento era feliz hasta que creyó que le faltaba algo, aunque en realidad su situación material no había cambiado sino para mejorar. 

Su infelicidad comenzó cuando su enfoque cambió de lo que poseía a lo que le faltaba.

Este relato destaca una verdad profunda: nuestro bienestar depende menos de nuestras posesiones externas y más de nuestra actitud interna. 

La gratitud es una poderosa herramienta de transformación. Cuando apreciamos lo que tenemos, la vida tiende a brindarnos más de eso.

No porque generemos más en términos materiales, sino porque somos capaces de disfrutar y aprovechar más plenamente lo que ya está presente.

“Suficiente” no implica estancamiento o falta de ambición. Significa reconocer y valorar lo que tenemos ahora, sabiendo que estamos bien tal y como estamos.

Y si la vida nos trae más, lo recibiremos con brazos abiertos, pero sin depender de eso para nuestra felicidad.

Así, mientras nos esforzamos por mejorar y crecer, podemos también aprender a vivir en un estado de suficiencia.

Apreciar lo suficiente nos permite vivir con menor presión, disfrutar más plenamente, y cultivar una paz que no está sujeta a las condiciones cambiantes del mundo externo. 

En última instancia, reconocer y celebrar el “suficiente” puede ser uno de los pasos más liberadores que podemos tomar hacia una vida verdaderamente rica y satisfactoria.

MGC

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