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no recordamos días, recordamos momentos

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Hay una frase de Cesare Pavese que dice: “no recordamos días, recordamos momentos”. 

Estas palabras invitan a una reflexión más profunda sobre cómo percibimos y atesoramos el tiempo, especialmente a través de los momentos que se destacan no por su duración, sino por su significado emocional y su impacto.

Tengo dos fechas que para mi son muy importantes en el calendario de mi vida y la de mi familia: los días 19 y 27 de cada mes. 

Estas fechas marcan aniversarios de eventos muy significativos: el inicio de mi relación con mi mujer, el día que nos casamos, el nacimiento de mis dos hijos pequeños, y otros eventos especiales. 

Aunque estas fechas se presentan como marcadores temporales, lo que verdaderamente celebramos son los momentos vividos durante esos días.

Estos momentos se han convertido en pilares de nuestra memoria colectiva, cada uno cargado de emociones y enseñanzas que han modelado quiénes somos como familia. 

Más allá de los actos de celebración o conmemoración, lo que permanece en nuestra memoria son las risas compartidas, las lágrimas de alegría, los gestos de amor y apoyo mutuo. Son estos fragmentos de tiempo, estos instantes efímeros, los que construyen nuestro entramado emocional y relacional.

La importancia de estas fechas no radica en el simple hecho de que el calendario vuelva a ellas una y otra vez, sino en la oportunidad que representan para reconectar con esos instantes de alegría y significado. 

Cada celebración es una reafirmación de lo que hemos vivido y un ofrecimiento a continuar construyendo recuerdos que perduren.

Celebrar estos momentos va más allá de la mera rememoración; es un acto de reavivar y revivir las emociones que esos días especiales traen consigo. 

Es un compromiso con el presente tanto como con el pasado, una manera de dar gracias por lo que hemos experimentado y de mirar hacia adelante con esperanza y entusiasmo por lo que está por venir.

Este enfoque de “celebrar momentos” en lugar de simplemente “marcar días” puede ser una práctica enriquecedora para cualquiera. Nos enseña a valorar más profundamente las pequeñas joyas de felicidad y significado que la vida nos ofrece. 

Nos recuerda que, aunque los días pueden ser largos, los momentos que los llenan tienen el poder de transformar nuestra percepción del tiempo y enriquecer nuestra existencia.

La frase de Pavese nos llama a cultivar una perspectiva de vida en la que los momentos se convierten en nuestra principal fuente de riqueza emocional y espiritual. 

Es una invitación a vivir plenamente, a estar presentes y atentos, y a celebrar cada instante por el tesoro que potencialmente puede ser. 

En cada momento se esconde una oportunidad para agregar significado a nuestra vida y profundidad a nuestras relaciones, son los momentos los que verdaderamente importan.

MGC

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