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Desde pequeño la tecnología ha sido una de mis grandes pasiones.
Recuerdo perfectamente cómo los gadgets capturaban mi atención y siempre que podía me gustaba estar a la última.
Uno de mis primeros recuerdos tecnológicos fue con el famoso Spectrum de 16K, un ordenador que logramos ampliar a 32K y luego a 48K. Aquellas ampliaciones de memoria que consistían en encajar una nuevas placas en el equipo.
Recuerdo uno de los regalos de mis padres que más me fascinaron de pequeño. Tuve la suerte de que mis padres me regalaran un reloj Casio calculadora, uno de esos objetos icónicos de la década de los 70 que aún recuerdo con cariño.
Y cómo olvidar el impacto que tuvo en nuestra pandilla el estreno de “La Guerra de las Galaxias”, no solo por la película, sino por el increíble merchandising que lo acompañaba. Aquellos juguetes y figuras eran para mí una ventana al futuro, una muestra palpable de lo que la tecnología podría lograr.
En el 89 el Macintosh SE que utilice en EEUU para todos mis essays cuando Apple estaba revolucionado los colegios y las universidades.
Unos años más tarde tuve acceso a un Toshiba portátil de la mano de una ex jefa de mi padre que me abrió los ojos al mundo de los ordenadores portátiles.
En 1994 mi padre compró un teléfono móvil maletín por motivos de trabajo. Era un artilugio imponente y carísimo y no sabíamos cómo iba a evolucionar el sector telco por entonces.
Poco después abrí mi primera cuenta de correo electrónico y empecé a funcionar con el buzón electrónico ese mismo año.
En 1996 me entregaron mi primer teléfono móvil Ericsson para estar siempre localizado en verano que estuve aprendiendo a vender casas en Marbella.
A partir de ahí todo fue avanzando más rápidamente.

En las navidades del 2004 haciendo escala en Singapur de camino a Bali me compré uno de los primeros teléfonos “semi inteligentes” bautizados como XDA Mini. Fue una revelación. Recuerdo cómo estos avances me acercaron más al futuro que imaginaba y soñaba.
Luego, llegaron los primeros smartphones de Microsoft de la mano de Motorola.
Todo cambió radicalmente en 2007 cuando Steve Jobs presentó el primer iPhone. Y desde entonces no llevó la cuenta de cuántos me han acompañado.
Sin duda el mayor salto cualitativo que he visto en el mundo de las telecomunicaciones.
No solo se trataba de un teléfono sino de una nueva forma de concebir la interacción entre el hombre y la tecnología.
Mi amor por los gadgets no se limitaba a los teléfonos. A lo largo de los años, también me aventuré en el mundo de los drones.
Mi primer dron fue un regalo de mi mujer. Un GoPro Karma que casi fue la ruina de la compañía. Me abrió las puertas a un nuevo mundo.
Recuerdo que lo compró online en EEUU mientras estaba en Pakistán, usando una tarjeta de crédito americana con envío a Dallas. Por un momento, pensamos que el FBI podría rastrearnos por semejante compra.
Para mí la tecnología siempre ha sido la puerta para activar la creatividad e identificar hasta dónde se puede llegar gracias a su uso responsable.
Lo último en lo que me he sumergido ha sido lo que considero el mayor salto tecnológico en toda mi vida: la computación aeroespacial.
He tenido la oportunidad de probar algo que me ha dejado completamente alucinado.
Se trata de una tecnología que nos permite ver la realidad de una forma completamente nueva y diferente, desplazándonos en el tiempo y el espacio, como si estuviéramos viviendo el futuro y conscientes de que nos encontramos en el presente.
Pero eso es solo la primera pincelada de lo que está por venir. Otro día compartiré más detalles sobre este fascinante avance porque lo que he experimentado no tiene comparación.
MGC
ps: la primera comida con Jesús Alonso Gallo el jueves 28 de noviembre – 👉🏻 AQUÍ
ps1: la segunda será el martes 17 de diciembre en experiencia de comida de Navidad con Rodolfo Carpintier.
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