escúchalo a uno punto cinco (1,5) acelerado
[2,5 minutos de lectura]
En una sala de espera colorida, con un olor a jazmín y azahar, y llena de revistas meticulosamente organizadas por fecha y color, dos pacientes, Aurelio y Beatriz, se encuentran por primera vez.
Mientras Aurelio ajusta repetidamente la posición de las revistas para que estén perfectamente alineadas, Beatriz verifica una y otra vez que la puerta de entrada esté cerrada, aunque nadie más haya entrado o salido.
Aurelio: (ajustando una revista) Creo que ahora sí están perfectamente alineadas. (Se da cuenta de Beatriz) Hola, ¿también vienes por el TOC?
Beatriz: (cerrando la puerta una vez más) Sí, parece que la puerta siempre está mal cerrada. Por cierto, me llamo Beatriz. ¿Y tú, qué haces con las revistas?
Aurelio: Ah, soy Aurelio. Es que si no están perfectamente alineadas, siento que algo malo pasará. ¿Te pasa algo así con la puerta?
Beatriz: Exactamente. Si no me aseguro de que esté cerrada, pienso que algo terrible ocurrirá. Es agotador, ¿verdad?
Aurelio: Totalmente. A veces, me siento prisionero de mis propios rituales. ¿Has encontrado alguna forma de lidiar con esto?
Beatriz: Bueno, he estado trabajando en terapia de exposición con mi terapeuta. Me está enseñando a tolerar la ansiedad que siento cuando no realizo mis rituales. ¿Y tú?
Aurelio: Interesante. Yo he empezado a usar una técnica llamada prevención de respuesta. Cada vez que tengo el impulso de alinear las revistas, me obligo a esperar un poco más cada vez antes de ceder.
Beatriz: Eso suena útil. Creo que podría aplicarlo con la puerta.
Aurelio: Exacto. Y algo que también me ha ayudado es el humor. Cuando empiezo a estresarme por las revistas, me imagino que están compitiendo en un concurso de belleza. La más alineada gana.
Beatriz: (riendo) ¡Eso es genial! Creo que podría imaginar algo similar con la puerta… como si estuviera protegiendo un castillo de dragones o algo así.
Aurelio: ¡Exactamente! Convertirlo en algo divertido realmente ayuda a quitarle peso al tema.
En ese momento, el médico llama a Aurelio para su sesión. Aurelio se levanta, pero no sin antes darle un último vistazo a las revistas, sonriendo. Beatriz, por su parte, decide dejar la puerta un poco abierta a propósito, enfrentando su ansiedad con una sonrisa.
Beatriz: (para sí misma) Vamos, dragones. Hoy no pasaréis.
Este pequeño encuentro entre Aurelio y Beatriz no solo les permitió compartir sus luchas y estrategias, sino también encontrar un poco de humor en sus desafíos.
A veces, encontrar a alguien que entienda exactamente por lo que estás pasando puede ser el mejor remedio. Y si puedes reírte un poco en el proceso, incluso mejor.
pd: este relato trata con delicadeza y algo de humor el trastorno obsesivo compulsivo que puede llegar a ser muy difícil de tratar.
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