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Esta frase de Winston Churchill resume perfectamente una forma de ver la vida que puede marcar la diferencia entre avanzar o quedarse atrás.
Recientemente asistí a una conferencia organizada por EO (Entrepreneurs’ Organization), una comunidad global de emprendedores de la que formo parte desde hace 5 años.
Con más de 18.000 miembros en 78 países, EO me ha brindado la oportunidad de conectarme con líderes visionarios y compartir un board con 7 miembros excepcionales que me inspiran y motivan cada mes.
No podría estar más agradecido por esta experiencia transformadora que sigue enriqueciendo mi vida personal y profesional.
El ponente Emilio Duró, un orador y consultor al que sigo desde 2008, conocido por su discurso lleno de energía sobre el optimismo, las ganas de vivir y la actitud positiva.
Su manera de ver la vida siempre me ha impactado siempre y en esta ocasión no fue diferente.
Duró habló sobre lo que él llama el “coeficiente de optimismo”, un concepto que explica cómo nuestra forma de pensar y afrontar los retos influye directamente en nuestra felicidad y éxito.
La conferencia fue un recordatorio sobre la importancia de tener una mente entrenada para ver oportunidades incluso en los momentos más difíciles.
Nos compartió investigaciones fascinantes que involucraban a animales, mostrando cómo el comportamiento optimista o pesimista puede alterar la biología de un ser vivo, lo que, por supuesto, se aplica también a los seres humanos.
Lo que más me llamó la atención fue la importancia que Duró dio a la relación entre optimismo y salud.
En un mundo donde cada vez más personas sufren de ansiedad, depresión y otras enfermedades mentales, el contacto físico y las emociones positivas son herramientas para mejorar nuestra calidad de vida.
El éxito y la felicidad no dependen únicamente de nuestras capacidades técnicas o intelectuales, sino también de la forma en que programamos nuestra mente para pensar en positivo y conectar con los demás.

Uno de los momentos más interesantes de la charla fue cuando Duró compartió la historia de Alice Herz-Sommer, una mujer que sobrevivió al Holocausto y que, a sus 108 años, seguía tocando el piano con una sonrisa.
Su vida es un testimonio viviente de resiliencia, amor y optimismo. A pesar de las horribles experiencias que vivió, nunca dejó de creer en la bondad y la belleza del mundo.
Me quedé con varias lecciones claras: debemos practicar el optimismo diariamente, rodearnos de afecto y cariño, reflexionar sobre nuestro propósito de vida, y, por encima de todo, equilibrar nuestras responsabilidades laborales con los valores familiares y la salud.
Tal como dijo Churchill, si somos capaces de ver la oportunidad en cada dificultad, no solo seremos más felices, sino que también estaremos mejor equipados para enfrentar los desafíos de la vida.
MGC
ps: la primera comida que organizamos es con Jesús Alonso Gallo el jueves 28 de noviembre – 👉🏻 AQUÍ
ps1: la segunda comida será el martes 17 de diciembre en experiencia de “comida de Navidad” con Rodolfo Carpintier.
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