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Esta semana ha sido una de esas que no se pueden explicar.
Desde el domingo pasado, algo en mi espíritu comenzó a vibrar gracias a la fuerza de la oración colectiva o, al menos, eso es lo que yo creo.
Todo comenzó en la misa del domingo mientras rezaba, diez minutos antes de que terminara, un pensamiento aterrizó con tal fuerza que no pude evitar derrumbarme y llorar durante esos diez minutos.
No podía contenerme. Me quedé un rato después reflexionando y ese pensamiento me llevó a que debía cerrar un capítulo importante en mi vida, uno que durante los últimos tres años ha sido importante para mí y para mi mujer.
Esa tarde en mi conversación con Dios, sentí la necesidad de hacer un cambio con el corazón encogido, pero esperanzado porque seguro que me tiene algo muy bonito preparado.
Desde ese momento la semana ha sido como un huracán de momentos inexplicables que solo puedo describir como bendiciones.

Quiero compartir algunos de estos momentos que me han dejado asombrado y ver lo poderosos que pueden ser los rezos y la conexión con algo más grande.
El lunes por la tarde estuve en una reunión sobre financiación de proyectos con impacto. Me encantó. Terminamos en un club privado en una séptima planta de la calle Alfonso XII, con unas vistas al Retiro impresionantes.
El martes me reuní con mis socios y les presenté un proyecto que me tiene entusiasmado y les gustó.
El miércoles tuve una reunión con dos personas a las que conozco desde hace años y que están en una de las grandes consultoras para ver un tema de análisis de proyectos inmobiliarios. No podría haber mejor partner.
Luego, una comida con dos amigos que no pudieron estar mas cariñosos con apoyo inmenso en temas personales y familiares por unos momentos difíciles que estamos atravesando.
Esa misma tarde una videollamada con un gallego que me ha inspirado en el mundo de los drones y me inculcó la pasión por volar con los pies en la tierra.
El jueves mi mujer y yo fuimos a cenar a un restaurante especial. Al principio pensé que me llevaba al “matadero” pero tuvimos una cena como hacía tiempo en la que la conversación fluyó de manera especial y nos abrimos con sentimientos que no habíamos compartido antes. Salimos de allí sintiendo una reprogramación emocional.
El viernes cuando me estaba preparando para una reunión importante media mañana, recibí una llamada de un amigo invitándome al VIP del Open de Golf de Madrid. Vaya plan.
Después, tuve una comida con un vecino con quien comparto inquietudes y experiencias los viernes en comida. Le hablé de un proyecto social en el que estoy trabajando, y me sorprendió con que él había tenido la misma idea en 2018 pero no existía la tecnología necesaria. Vamos a avanzar.
Para cerrar la semana, paseando con mi perro por un parque vacío, volví a romper a llorar. Sentí cómo los rezos colectivos de los grupos de familia de los que me he desvinculado y los rezos de mi hija que se ha pasado la semana en Fátima con el colegio, han inundado mi espíritu esta semana.
Durante esta semana he recibido tantas bendiciones que siento una paz que hace años que no experimentaba.
¡GRACIAS!
MGC
ps: la primera comida con Jesús Alonso Gallo el jueves 28 de noviembre – 👉🏻 AQUÍ
ps1: la segunda será el martes 17 de diciembre en experiencia de comida de Navidad con Rodolfo Carpintier.
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